La revolución silenciosa

El 75 % de la población europea ya vive en zonas urbanas y ciudades, y esta cifra aumentará hasta el 83,7 % en 2050. Por tanto, las bombas de calor se instalarán en parcelas cada vez más pequeñas: en una ciudad como Stuttgart (Alemania), el tamaño medio de las parcelas para proyectos de nuevas construcciones es de 370 m2, por lo que la mitad de las parcelas son incluso más pequeñas.

A medida que aumente la densidad de población en las zonas residenciales, aumentará la necesidad de tecnologías que no contribuyan a la contaminación acústica. Según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), al menos uno de cada cinco europeos está expuesto actualmente a niveles de ruido considerados perjudiciales para su salud. Actualmente, los fabricantes de equipos originales están invirtiendo mucho en reducir los niveles de ruido producidos por sus bombas de calor.

Los primeros límites legales de ruido se remontan a los años setenta. Sin embargo, a medida que avanzan las investigaciones sobre los peligros mentales y físicos del ruido, cada vez más países ponen en marcha límites nacionales más estrictos y detallados para el ruido ambiental.

La concienciación sobre el impacto del ruido en la calidad de vida es cada vez mayor, por lo que tanto los ciudadanos como los organismos reguladores también buscarán que las bombas de calor desempeñen su papel en la reducción de las emisiones de ruido. Las bombas de calor que satisfagan esta nueva demanda ganarán cuota de mercado.